Los científicos han llamado la atención sobre la magnitud del problema del aborto espontáneo.

Según nuevas estimaciones publicadas en The Lancet, cada año se producen aproximadamente 23 millones de abortos espontáneos en todo el mundo. Esto corresponde a aproximadamente el 15 % de todos los embarazos. Los autores señalan que la cifra real probablemente sea mayor, ya que a menudo ocurren sin diagnóstico o sin necesidad de atención médica.
Los científicos estiman que, en promedio, una de cada diez mujeres sufrirá un aborto espontáneo al menos una vez en su vida. Alrededor del 2 % de las mujeres experimenta dos abortos espontáneos y alrededor del 1 % experimenta tres.
"El aborto espontáneo recurrente es una experiencia devastadora para la mayoría de las mujeres, pero sus consecuencias psicológicas rara vez son abordadas por el sistema médico. Las mujeres pueden experimentar traumas y duelos que no se expresan con claridad, por lo que pueden pasar desapercibidos", afirmó la profesora Arri Coomarasamy, profesora de la Universidad de Birmingham y coautora de uno de los estudios.
Kumarasamy informó que, según sus datos, aproximadamente el 20 % de las mujeres presentan trastorno de estrés postraumático, depresión o ansiedad tras un aborto espontáneo. Por lo tanto, él y sus colegas creen que, en estos casos, se debería ofrecer a las mujeres pruebas de detección de estos trastornos de salud mental.
Sólo en el Reino Unido, los investigadores han calculado que los efectos a corto plazo de los abortos espontáneos cuestan al gobierno al menos 471 millones de libras al año.
Un análisis realizado por científicos confirma que el riesgo de aborto aumenta con anomalías cromosómicas fetales, edad parental mayor de 40 años, índice de masa corporal bajo, tabaquismo, consumo de alcohol, antecedentes de abortos, trabajo nocturno, exposición a contaminación ambiental y estrés a largo plazo.
El problema se está silenciandoEn un editorial publicado en The Lancet, los autores señalan que el problema del aborto espontáneo suele ser poco comprendido, no solo por las mujeres y sus parejas, sino también por los profesionales médicos. Las mujeres suelen creer que no existe un tratamiento eficaz y, por lo tanto, no buscan ayuda. Por otro lado, los médicos también pueden considerar los abortos espontáneos "inevitables". Las pautas de tratamiento para el aborto espontáneo suelen recomendar un examen detallado solo después de múltiples abortos. Esto lleva a los especialistas a sugerir con frecuencia que las mujeres "simplemente lo intenten de nuevo".
Cuando las mujeres buscan atención especializada, deben acudir a múltiples clínicas con diferentes especialidades, escriben los investigadores. El asesoramiento que reciben de los diferentes especialistas suele ser contradictorio, lo que genera estrés en las pacientes.
"La falta de avances médicos debería ser impactante. En cambio, existe una aceptación generalizada del problema", escriben los autores.
Los autores de nuevos artículos publicados en The Lancet creen que, en la actualidad, las mujeres suelen recibir atención médica inadecuada tras un aborto espontáneo. Argumentan que es necesario invertir en este tipo de atención a nivel mundial. Señalan que este problema es especialmente acuciante en los países de ingresos bajos y medios.
Los científicos han descrito el alcance de la atención necesaria para un aborto espontáneo, basándose en el conocimiento actual. Tras un primer aborto espontáneo, los autores recomiendan que los médicos eduquen a las mujeres sobre el problema, los aspectos físicos y psicológicos asociados, y les aconsejen medidas para apoyar un futuro embarazo.
Un segundo aborto espontáneo es motivo de consulta en una clínica especializada para identificar los factores de riesgo que podrían haber contribuido al aborto. En este caso, podría requerirse apoyo adicional durante el embarazo.
Tras un tercer aborto espontáneo, se requieren pruebas adicionales. Estas pueden incluir pruebas genéticas, ecografías, evaluación de ambos miembros de la pareja y pruebas de detección de problemas de salud mental. Las pruebas de detección de riesgos obstétricos deben realizarse antes de los siguientes embarazos.
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