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Los 3 puntos clave que hacen que las personas mayores soporten menos el calor

Los 3 puntos clave que hacen que las personas mayores soporten menos el calor

Con el paso de los años, el envejecimiento va deteriorando nuestros órganos y las funciones que deben desempeñar. Una de ellas es la sensación de sed, que se va perdiendo, y que puede resultar peligroso a efectos de sufrir un golpe de calor. Pero más allá de un hecho puntual, los expertos advierten del riesgo que provocan los cambios biológicos en los adultos mayores, que les hacen más propensos a las enfermedades causadas por el calor.

Así pues, además de que su 'termostato' es menos eficiente, las personas mayores de 65 años deben hacer frente a unas cifras preocupantes: según la Organización Mundial de la Salud, la mortalidad relacionada con el calor extremo en personas mayores aumentó un 85 por ciento en los últimos años. Por eso, es imprescindible extremar las precauciones.

Por qué el envejecimiento hace que el calor resulte más peligroso

El proceso de envejecimiento y el calor extremo, según los expertos, no se llevan bien. ¿Y por qué sucede esto? Incluso en el caso de que gocemos de una salud excepcional, el envejecimiento nos hace más vulnerables a enfermedades relacionadas con el calor, a todos. Entre estas patologías están el agotamiento por calor (cuando el cuerpo tiene dificultades para regular su temperatura) o el golpe de calor, que puede ser mortal.

Y es que, con el tiempo, el cuerpo pierde naturalmente su capacidad de enfriarse. En palabras de la doctora Wynnelena Canio, geriatra, a la revista Health: "Los adultos mayores tienden a retener más calor que las personas más jóvenes y se esfuerzan más por mantener una temperatura constante". Las razones de este sobreesfuerzo que debe llevar a cabo el organismo, y que no siempre lo consigue, son básicamente tres, que enumeramos a continuación.

1. Con los años, la circulación sanguínea se vuelve menos eficiente

Cuando hace calor en la calle, el cuerpo trabaja duro para enfriarse y compensar; la sangre se desplaza hacia la piel, y los vasos sanguíneos se dilatan para aumentar la sudoración, lo que ayuda a regular la temperatura corporal.

Richard Marottoli, geriatra de Yale Medicine, aclara sin embargo que " a medida que envejecemos, los cambios relacionados con la edad en el corazón y los vasos sanguíneos hacen que el cuerpo transporte la sangre con menos eficiencia. Controlar la temperatura se vuelve más difícil".

2. Disminución de la capacidad para sudar

El envejecimiento disminuye la capacidad para sudar, lo que perjudica el mecanismo natural de enfriamiento del cuerpo. Esto sucede porque, a medida que envejecemos, la piel adelgaza, lo que hace que los conductos de las glándulas sudoríparas se acerquen más a la superficie de la piel.

Al mismo tiempo, con la edad también se pierde colágeno, una proteína similar a la fibra que se utiliza para formar tejido conectivo. Esta combinación provoca la compresión de los conductos, lo que dificulta la necesaria liberación de sudor.

3. Un mayor riesgo de deshidratación

La sensación de sed, y la consiguiente necesidad de beber, disminuye con el tiempo, al igual que la capacidad de los riñones para regular el equilibrio de líquidos y electrolitos. Un estudio reveló que la tasa de filtración glomerular, una medida del funcionamiento renal, puede comenzar a disminuir a partir de los 40 años, lo que indica una mayor susceptibilidad a la deshidratación.

Además, las personas mayores también son más propensas a tomar medicamentos, como diuréticos o sedantes, que causan deshidratación o afectan aún más la capacidad del cuerpo para sudar.

Por otra parte, los mayores también son más propensos a padecer enfermedades crónicas, que pueden agravarse con el calor extremo. "Cualquier persona con problemas cardíacos, pulmonares, renales, electrolíticos o cognitivos puede ser especialmente sensible a este factor de estrés adicional", expone Marottoli.

¿Qué hacer si se experimentan síntomas negativos del calor?

Los expertos recomiendan refrescarse rápidamente, aplicando agua fría en la cara y el cuello, luego en las manos y los pies. Si disponemos de una bolsa de hielo y una compresa fría, debemos colocarlas en las muñecas, la parte superior del pecho, la parte superior de la espalda y la base del cuello.

Si con este gesto no remiten los síntomas (que suelen empezar con un fuerte dolor de cabeza, mareos, fatiga, palpitaciones) debemos consultar a un médico. El agotamiento por calor puede progresar rápidamente a un golpe de calor potencialmente mortal. Existen tratamientos, como líquidos intravenosos y medicamentos que apoyan la función orgánica, que pueden ayudar en la recuperación.

20minutos

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