Diez años de investigación han revelado datos inquietantes. Según los científicos, aumenta el riesgo de muerte en un 88 %.

Numerosos estudios previos han vinculado el duelo con problemas de salud, como la hipertensión . Sin embargo, la mayoría de estos estudios solo han dado seguimiento a las personas en duelo durante algunos años después de la pérdida.
Mette Kjærgaard Nielsen, de la Universidad de Aarhus en Dinamarca, y sus colegas examinaron la relación entre el duelo y la mortalidad, incluidos datos recopilados incluso después de 10 años .
Los autores utilizaron un registro nacional para obtener información sobre personas tratadas por enfermedades terminales. Posteriormente, reclutaron a más de 1700 familiares cercanos, como padres o parejas, para que completaran una serie de encuestas, realizadas antes del fallecimiento de la persona, seis meses y tres años después. A los familiares, que tenían una edad promedio de 62 años, se les preguntó, por ejemplo, si intentaban evitar los recordatorios de la enfermedad o la muerte de su ser querido.
Resultó que 670 seres queridos experimentaron consistentemente niveles bajos de duelo tras la muerte , por ejemplo, sintiéndose ligeramente confundidos sobre su rol en la vida, mientras que 107 de ellos experimentaron consistentemente niveles altos de duelo . El resto de los participantes experimentaron duelo intermitente o diferido, que se produjo algún tiempo después de la pérdida.
Los investigadores analizaron los historiales médicos de sus seres queridos 10 años después de su pérdida. La tasa de mortalidad en el grupo con mayor duelo fue un 88 % mayor que en el grupo con menor duelo.
Esto sugiere que las personas que experimentan largos períodos de intenso dolor después de la muerte de un ser querido parecen tener un mayor riesgo de morir en la siguiente década que aquellos que aceptan la pérdida con mayor facilidad .
Estos hallazgos respaldan la idea de que el duelo prolongado e intenso genera estrés en el cuerpo, lo que conduce a una muerte prematura. También puede provocar cambios en el estilo de vida, ya que las personas en duelo son más propensas a saltarse comidas o a ser inactivas.
Solo el 17 % de los seres queridos habían sido diagnosticados con una enfermedad al inicio del estudio, pero Nielsen afirma que esto fue más común entre quienes pertenecían al grupo con mayor grado de duelo. Las mayores tasas de comorbilidades podrían explicar en parte por qué los miembros de este grupo tuvieron mayor probabilidad de fallecer durante el período de seguimiento. También es posible que la mala salud agrave el duelo.
Según los autores, brindar apoyo adicional a las personas que experimentan un duelo profundo y prolongado, independientemente de si padecen una enfermedad o no, puede salvarles la vida.
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