Nuevas epidemias. Soberanía gubernamental que abre la puerta a los virus.

La noticia se esfumó. Sepultada, por supuesto, por las tragedias de hoy. Hablamos de la abstención de Italia, acompañada de líderes como Rusia, Irán, Bulgaria, Polonia, Jamaica, Israel, Rumanía, Paraguay, Guatemala y Eslovaquia, en el nuevo plan antipandémico desarrollado por la Organización Mundial de la Salud para evitar que se repita la tragedia de la COVID-19.
La opción del "hazlo tú mismo"Una "decisión soberanista", como la han llamado los medios, firmada por el ministro Schillaci, porque en temas como la salud, las "naciones" (como las llamaba el gobierno en el siglo XIX) deben tener vía libre. La decisión de abstenerse, criminal e imprudente, no sorprende en un gobierno que coquetea con los antivacunas y que cuenta con una fuerza como la Liga que pide abandonar la OMS. Sigue siendo sorprendente que alguien como Orazio Schillaci, un médico valioso, un académico reconocido y que además ha firmado importantes estudios científicos, firme algo tan feo, pero así es.
No hay acuerdos para conseguir lo necesario para detener los virus¿Por qué Italia quiere tener vía libre? ¿Libre de qué? El texto del Plan no es en absoluto una desposesión de los Estados individuales. Al contrario. No se mencionan disposiciones que permitan a la OMS intervenir en las políticas sanitarias (desde los cierres hasta las campañas de vacunación), sino solo la cooperación en investigación, en la transferencia de tecnologías necesarias para la prevención y en acuerdos para obtener y difundir lo necesario para detener la pandemia. En resumen, si —y esto no es bueno— la OMS ha tenido que sacrificar sus prerrogativas en cuestiones concretas en aras de la soberanía, todo el asunto del desarrollo, la compra y la difusión de vacunas (por ejemplo) es responsabilidad de la red global.
Se olvidan del CovidAdemás, solo quienes tienen una memoria corta o deteriorada por los prejuicios no recuerdan que fueron las vacunas las que frenaron la COVID-19; que países como Italia, por ejemplo, las habrían recibido mucho más tarde, que los costes han bajado mucho gracias a su gestión global en Europa. Tampoco recuerdan que los chinos fueron astutos y ocultaron la epidemia durante semanas, el tiempo que necesitó el coronavirus para invadir el mundo. Sí, los chinos. Precisamente los que ahora invierten dinero en la OMS, huérfana por la contribución estadounidense.
La Repubblica