La mujer más quemada de Gran Bretaña se siente afortunada de estar viva y de ayudar a pacientes como ella.

En sus peores días, Catrin Pugh aún no puede enfrentarse al mundo: desconocidos observan sus cicatrices en la calle e incluso a veces le preguntan: "¿Qué demonios te pasó?". Pero 12 años después del día más terrible de su vida, poco a poco se le hace más fácil. La joven de 31 años, quien ostenta el poco envidiable título de la peor superviviente de quemaduras de Gran Bretaña, tiene una carrera satisfactoria y un novio cariñoso. Puede caminar, trabajar y, sobre todo, enfrentarse al mundo.

“Aún tengo momentos en los que vuelvo a estar allí, tumbada junto a la carretera en llamas, esperando ayuda. Algo me desata el recuerdo y, por unos minutos, vuelvo a estar allí”, me cuenta. “No recuerdo haber visto el fuego en sí. Lo sentí y lo oí sisear, chisporrotear. Recuerdo haberme arrastrado por el pasillo [del autobús], sabiendo que estaba en llamas”.

Catrin, que entonces tenía 19 años, estaba con un grupo de cinco amigos en un año sabático y regresaba a casa después de una agradable temporada de esquí en los Alpes franceses en 2013. Pero los frenos del autobús en el que viajaba fallaron y, en lugar de caer por un precipicio, su conductor, Maurice Wrightson, de 63 años, se estrelló contra las rocas en una carretera con curvas y estalló en llamas.

Todos a bordo lograron escapar, la mayoría con heridas relativamente leves, pero el valiente Maurice falleció y recibió póstumamente la Condecoración de la Reina al Valor. Catrin sufrió quemaduras de tercer grado en el 96% de su cuerpo durante el accidente; solo las plantas de los pies y el cuero cabelludo se salvaron.

Solo sobrevivió porque su entonces novio, Shaun, logró sacarla a rastras. Tras tres meses en coma y 200 operaciones e injertos de piel, despertó y descubrió que su vida había cambiado por completo. El simple hecho de despertar fue un milagro, ya que solo le habían dado una probabilidad entre mil de sobrevivir.

“Hubo momentos en los que no quería seguir adelante, tratando de ver cómo sería mi vida ahora, sabiendo que siempre sería juzgada por mi apariencia”, dice.

Doce años después, trabaja como fisioterapeuta para la Fundación Katie Piper, lanzada por la inspiradora sobreviviente de un ataque con ácido, ayudando a otros pacientes con quemaduras a recuperar su movilidad y flexibilidad, en algunos casos literalmente aprendiendo a caminar de nuevo y, con suerte, a recuperar su independencia.

Catrin, de Wrexham, Gales del Norte, se graduó de la universidad en 2021 y comenzó su nuevo puesto como fisioterapeuta interna en el centro de rehabilitación de la organización benéfica en Merseyside, donde los supervivientes pasan varios días accediendo a diversas terapias, que incluyen apoyo emocional y físico. Trabaja con sus pacientes tanto en línea como presencialmente.

También modela regularmente para sesiones fotográficas para mostrar sus diferencias, es una oradora motivacional y recaudadora de fondos y continúa desafiando las actitudes de la sociedad hacia las personas con diferencias visibles.

“Antes del accidente quería formarme en teatro musical, pero ahora me apasiona lo que hago”, afirma.

“Fue aterrador usar una app de citas, y esos miedos no eran irracionales, porque algunas personas decían cosas horribles”, dice. “El romance y las citas cuando hay diferencias visibles es muy difícil. Durante años, simplemente no lo hice”.

“Para empezar, estaba calva porque tuvieron que raparme la cabeza, y el cabello es muy importante para una mujer”.

Pero entonces Catrin conoció a Luke, que trabaja en teatro musical. La pareja vive junta en Londres con su perro y espera formar una familia en el futuro. Catrin sigue en contacto con los cinco amigos de aquel fatídico día, pero no con su exnovio Shaun.