"Síndrome mediterráneo", atención degradada... El preocupante informe sobre la discriminación en el sistema sanitario.

Un médico escribe una receta a un paciente (foto ilustrativa) - Pexels
Presupuestos limitados, mayor demanda de atención, servicios de urgencias saturados y crisis en el sistema hospitalario público... Las disfunciones del sistema de salud están alimentando la discriminación en el proceso de atención al paciente. Así lo revela el informe del Defensor del Pueblo, “Prevenir la discriminación en la atención sanitaria: una cuestión de igualdad”, publicado este martes 6 de mayo.
De un panel de 1.500 personas entrevistadas, entre pacientes y profesionales sanitarios, varios testimonios relatan discriminación, directa o indirecta, vivida en el acceso a la atención, pero también durante la prestación de la misma.
Hablamos de "discriminación" cuando una persona es tratada de forma menos favorable que otra, por ejemplo en una situación comparable, en un ámbito previsto por la ley (empleo, acceso a bienes y servicios, etc.) o en razón de un criterio prohibido (como el sexo, el origen, la orientación sexual, la situación económica, la discapacidad, etc.).
En el sector salud, esta discriminación puede resultar en una denegación de atención o incluso en una atención de peor calidad.
La discriminación observada en el ámbito sanitario se basa en un conjunto de prejuicios y estereotipos que influyen en las prácticas profesionales sanitarias "a pesar de un sólido marco ético", afirma el informe.
En el caso del acceso a la atención, los pacientes se benefician de una “atención diferenciada” según su sexo, origen, nacionalidad y vulnerabilidad económica.
Un estudio de 2023 descubrió que un hombre blanco tendría un 50 % más de probabilidades que una mujer negra de ser considerado una emergencia potencialmente mortal cuando se presenta a un departamento de emergencias por dolor en el pecho.

En la mayoría de los casos, el dolor del paciente, especialmente cuando es joven, de origen extraño (o percibido como tal), se minimiza o se cuestiona. En algunos casos también se atribuye a una supuesta ansiedad o sufrimiento psicológico oculto.
Sin embargo, "tratar de manera diferente a las mujeres que acuden a urgencias, desacreditando sus palabras o minimizando su sufrimiento, probablemente constituya discriminación ante la ley", advierte el informe.
Otro caso, que madres solteras que están especialmente expuestas a la discriminación debido a su género y situación familiar.
Una paciente que acudió a la sala de emergencias después de una sobredosis de drogas como parte de su tratamiento por varias enfermedades crónicas informó que un médico se negó a permitirle hacerse un análisis de sangre. "El hospital no es un hotel para madres solteras agotadas", le dijo el profesional sanitario.
Según el informe, las personas percibidas como no blancas también reciben peor atención en las salas de emergencia. Un prejuicio racista que sigue persistiendo en los hospitales es el “síndrome mediterráneo”.
Esta idea preconcebida, que no tiene base médica, supone que las personas de origen norteafricano o negro exageran sus síntomas o dolores. Esto conduce a una minimización del sufrimiento o incluso a un rechazo de la atención, con consecuencias "a veces fatales", señala el informe.
A pesar de siete llamadas sucesivas por vómitos y dolor de estómago, una joven percibida como negra se encontró con la negativa del SAMU a atenderla, aconsejándole "comer yogur" mientras esperaba a que desapareciera el dolor, señala el informe. Cuando llegó a urgencias, la mujer en realidad sufría de pancreatitis aguda.
Más allá de las negativas a la consulta, también se producen discriminaciones durante la atención. Incluso cuando acceden a la atención, muchos pacientes dicen que todavía experimentan comentarios o actitudes discriminatorias.
Por miedo a ser estigmatizados o tratados peor, los pacientes terminan limitando sus citas sólo a las consultas necesarias, como por ejemplo la continuación del tratamiento.
"A veces siento que me siento mucho más limitado por otras personas y la profesión médica que por mi propia enfermedad. Tengo miedo de ir al médico. Antes no tenía miedo. Ir al médico era simplemente un poco molesto. Intento evitar mencionar mi diagnóstico de trastorno bipolar, pero a veces tengo que hacerlo para evitar interacciones farmacológicas", confiesa otro paciente.
La legislación francesa reconoce varios tipos de discriminación: la «discriminación directa», cuando una persona es sometida a un trato desfavorable en función de uno de los criterios prohibidos por la ley; "discriminación indirecta", cuando el autor toma una decisión que, aunque aparentemente neutral, coloca a una persona en desventaja en comparación con otra; y “acoso discriminatorio”, cuando se base en alguno de los criterios prohibidos por la ley.
En Francia, la discriminación es un delito castigado con penas de hasta tres años de prisión y una multa de 45.000 euros, y con penas más severas en determinadas circunstancias.
En el ámbito de la salud, los profesionales están sujetos a un código jurídico claro denominado “código de salud pública” , que estipula que “ninguna persona puede ser discriminada en el acceso a la prevención o la atención”.
BFM TV