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Resuelto el misterio de los gatos naranjas: un gen explica por qué casi todos son machos

Resuelto el misterio de los gatos naranjas: un gen explica por qué casi todos son machos

Desde Garfield hasta Nurang, un felino que recientemente se hizo viral al robar el corazón de miles de turistas en el Aeropuerto Internacional de Bangkok (Tailandia), los gatos naranja han dejado huella en la cultura popular. Su imagen, que ya había sido inmortalizada en pinturas renacentistas, va asociada a una reputación de traviesos, sociables, juguetones y amantes del caos. Más allá de su comportamiento singular, estos vibrantes pelirrojos han despertado la curiosidad de la ciencia: tras el origen de su color hay un misterio genético que ahora tiene una explicación. Dos estudios independientes realizados por científicos estadounidenses y japoneses han analizado el origen genético del color de estos gatos.

Trabajando cada uno por su lado, ambos equipos llegaron a la misma conclusión, que se publica este jueves en la revista Current Biology: el pelaje de los gatos anaranjados es el resultado de variaciones genéticas en el cromosoma X, uno de los dos cromosomas sexuales. Lo singular es que este rasgo está ligado al sexo, lo que no sucede en ningún otro mamífero.

Gregory Barsh, de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) y Hiroyuki Sasaki, de la Universidad de Kyushu (Japón) estudiaron junto a sus colegas los genomas felinos para determinar qué proteína, codificada por los genes de un gato, era la que realzaba el tono naranja. Aunque esta excepción genética se descubrió hace 100 años, la identidad molecular de la mutación era desconocida. Las mutaciones suelen apagar un gen o reducir su expresión. En este caso es al revés, por lo que se trata de una anomalía en el ADN.

ARHGAP36 es un gen del cromosoma X que codifica la proteína que está detrás del efecto naranja en los gatos. “El color se debe a la pérdida de un fragmento del ADN, lo que provoca que ARHGAP36 se exprese de manera anormal en las células pigmentarias o melanocitos. El gen no está eliminado, pero se encuentra cerca del sitio de la deleción”, explicó Barsh, lo que puede alterar la lectura de la secuencia de ADN. Se trata de una mutación no peligrosa, en un lugar —como es el pelaje— donde no se espera que pueda tener un efecto negativo.

El profesor Hiroyuki Sasaki, un genetista de la Universidad de Kyushu con debilidad por los felinos, junto a uno de los gatos calicó de un refugio mientras busca el gen detrás del pelaje naranja.
Hiroyuki Sasaki, un genetista con debilidad por los felinos, junto a uno de los gatos calicó de un refugio.Hiroyuki Sasaki (Universidad de Kyushu)

En mamíferos como orangutanes, perros de la raza golden retriever, tigres o humanos, se encuentra esta tonalidad pelirroja, pero solo en los gatos domésticos el color está ligado al sexo, apareciendo con más frecuencia en machos. “Creemos que este tipo de mutaciones regulatorias son los principales impulsores de las diferencias entre especies y constituyen una de las grandes fuerzas de la evolución”, complementa el genetista Christopher Kaelin, coautor de uno de los dos estudios junto a Barsh.

La predominancia de los machos entre los gatos atigrados de color naranja ya había hecho sospechar hace mucho tiempo que el gen pelirrojo se encontraba en el cromosoma X, pero hasta ahora nadie lo había identificado. Después de un siglo, esa hipótesis queda comprobada. Los machos, con solo un cromosoma sexual X —el otro es Y—, tendrán pelajes naranjas con tal de que hereden de uno de sus progenitores una copia del gen ARHGAP36. Las hembras —que tienen dos cromosomas X—, necesitan heredar las dos copias del gen para tener un pelaje atigrado y completamente naranja. Por eso son mucho menos comunes.

Las gatas que heredan una sola copia del gen naranja —y la otra, en cambio, negra— muestran un color parcial en su pelaje; o bien con un patrón moteado, conocido como carey, o bien con manchas naranjas, negras y blancas, las típicas del pelaje denominado calicó. Esto se produce mediante un fenómeno genético llamado inactivación aleatoria del cromosoma X, en el que una de las dos copias se desactiva en cada célula. Como resultado, se forma un mosaico de células pigmentarias: algunas expresan el color naranja y otras no.

El equipo de Sasaki analizó el ADN de 18 gatos —10 pelirrojos y ocho no— y descubrió que todos los gatos naranjas compartían una deleción específica en el gen. Mientras que los científicos de EE UU realizaron un análisis funcional usando células y tejidos de gatos naranjas y carey. “Uno de los experimentos clave en nuestro estudio utilizó tejido fetal de gatos obtenido en clínicas de esterilización, lo que nos ayudó a rastrear cómo funciona la mutación a nivel celular”, explica Kaelin.

Gatos
Una gata carey.Os Tartarouchos (Getty Images)

Esto sucede porque el gato no es un modelo experimental —como los ratones de laboratorio—, señala Priscila Ramos, científico titular del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentarias. “Los estudios se basan en muestras obtenidas en clínicas o de animales que han fallecido por causas naturales y hace que sea más difícil llevar a cabo investigaciones que impliquen la manipulación directa de su ADN”, agrega la experta en genética.

Un rompecabezas genético

El gen ARHGAP36 estaba siendo investigado por científicos en los campos del cáncer y la biología del desarrollo. Normalmente se expresa en tejidos neuroendocrinos, donde puede causar tumores. No se conocía su efecto en las células pigmentarias. “En estudios en humanos, [el gen] se había visto asociado a problemas de desarrollo o cáncer. En gatos no se ha visto que se exprese en esos tejidos y cuando se da esta mutación solamente influye en la producción de melanina: por eso aparece el color naranja del pelo”, sostiene Ramos.

Los esfuerzos por comprender cómo los gatos domésticos adquirieron diferentes colores y patrones, según los científicos, son una puerta de entrada para comprender el surgimiento de otros rasgos físicos, desde las manchas del guepardo hasta la fisonomía de los delfines.

El hallazgo fue facilitado, en parte, por el desarrollo de recursos genómicos para gatos, disponibles desde hace poco tiempo. Christopher Kaelin señala que gran parte de la investigación genética de los últimos 30 años ha consistido en identificar mutaciones de un gen. “En nuestro caso, las mutaciones están presentes en el 98% del genoma”, concluye.

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