¿Quién cuida a quién?

Nadie nos prepara para ver envejecer a nuestros padres. Son quienes se encargaban de nuestra alimentación y educación, de llevarnos al médico, de que tuviéramos donde vivir, qué vestir y con qué jugar… Hasta que crecimos y, cuando menos esperamos, dejaron de ser quienes cuidaban para ahora ser cuidados, acompañados.
Cuidar y que nos cuiden ha garantizado la supervivencia humana. Estamos vivos porque alguien cuidó de nosotros desde que nacimos: nos alimentó, vistió y atendió; porque mientras trabajamos, alguien está cuidando a nuestros hijos y administrando el hogar; porque cuando enfermamos, en el mejor de los casos hay alguien que está ahí, cuidando: un familiar, una vecina o amiga, una enfermera, un médico… alguien.
Y cuando llega la vejez, ¿quién cuida a quienes cuidaron? Ver que nuestros padres están envejeciendo, implica ser conscientes de que comienzan a tener ciertas limitaciones físicas, surgen o empeoran los problemas de salud, lo que va implicando la perdida de autonomía y una mayor dependencia en el día a día. Entonces, se invierten los papeles y toca cuidarlos, llamarlos, procurarlos, acompañarlos. Pero, ¿cómo país estamos listos para garantizar el cuidado de las personas mayores?
Y no se trata sólo de solidaridad, humanidad y empatía. Cuidar, ser cuidado y el autocuidado es un derecho humano y universal, y el Estado tiene la obligación de garantizarlo, así acaba de reconocerlo este 7 de agosto la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH). A través de la Opinión Consultiva 31, puso foco en la importancia de los cuidados y, con ello, también en el reconocimiento al valioso trabajo que realizan las personas cuidadoras, que en su mayoría son mujeres y con labores no remuneradas, a costa de su propio desarrollo profesional o con dobles jornadas laborales (dentro y fuera del hogar).
“Todos los días, las mujeres y niñas de América Latina dedican hasta tres veces más horas que los hombres al trabajo de cuidados no remunerado, es decir, a cocinar, limpiar, cuidar a las infancias y dar apoyo a las personas enfermas y mayores”, advierte ONU Mujeres.
Las tareas de cuidados (incluido el trabajo doméstico) han sido históricamente infravaloradas, pese a que son pilares para el funcionamiento de la economía y la subsistencia de cualquier sociedad. Se trata de un trabajo 24/7, que se realiza 24 horas los siete días de la semana, sobre todo cuando se refiere al cuidado de infantes, de personas con discapacidad y personas con enfermedad.
El Sistema de Cuidados que actualmente sigue delineándose a nivel federal en México implica regular y diseñar políticas públicas para garantizar este derecho, pero también para que se reduzca y se redistribuya el trabajo, que no siga recayendo sobre las mujeres. De hecho, una de las políticas públicas que más urgen en el país es la formación de cuidadoras o cuidadores, que se reconozca al cuidado como un trabajo formal, y que se otorgue una remuneración digna a esta noble y ardua labor.
Los adultos como ustedes (apreciados lectores y lectoras) y como yo, necesitamos ir preparándonos para la vejez. Nuestros padres y en futuro próximo nosotros mismos necesitaremos cuidados. Es parte del ciclo de vida y mucho ayudaría que el Estado Mexicano esté preparado ante el acelerado envejecimiento demográfico, que prevé que para el 2050 una cuarta parte de las y los mexicanos tendremos más de 65 años y muchos requeriremos que alguien nos cuide. Entonces, ¿quién cuidará a quién?
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