Dermocosmética: Lo que la piel necesita en invierno

Durante los meses de invierno, las funciones protectoras naturales de La piel pierde su nivel de hidratación mínimo. Las glándulas sebáceas dejan de producir sebo a temperaturas inferiores a 8 °C, y la escasa cantidad de sebo viscoso restante es difícil de distribuir por los corneocitos. La película hidrolipídica protectora se vuelve delgada y permeable, lo que aumenta la pérdida de agua transepidérmica. La tasa de evaporación se incrementa aún más, ya que el aire frío y nevado contiene mucha menos humedad que el aire caliente. El frío provoca la constricción de los vasos sanguíneos, lo que dificulta el aporte de oxígeno.

Las condiciones climáticas afectan incluso a las pieles normales o mixtas, y para las pieles sensibles o secas, suponen una verdadera prueba de resistencia. El hecho de que la regeneración celular ya esté reducida durante los meses de invierno acelera aún más este proceso. Las células muertas de la piel ya no se desprenden con facilidad y la piel adquiere un tono ligeramente amarillento y grisáceo. Los signos de envejecimiento se hacen más visibles. Los pacientes con afecciones cutáneas como eccema o dermatitis atópica también se quejan de una mayor incomodidad.

¿Qué tipo de cuidado de la piel puede compensar estas deficiencias en la estructura cutánea? La Revista Farmacéutica Alemana consultó a la presidenta de la Sociedad de Dermofarmacia. «Los dermocosméticos deben contener una base adecuada e ingredientes activos que fortalezcan o reconstruyan la barrera cutánea, especialmente en invierno y particularmente para pieles secas y sensibles», afirmó la profesora Dra. Petra Staubach.

Como componente lipídico, recomienda fosfolípidos, ceramidas o derivados de ceramidas, como los que se encuentran en la avena, el aceite de jojoba, el germen de trigo, la semilla de uva o el aceite de onagra. Al ser sustancias endógenas, las ceramidas se integran bien entre los corneocitos, fortaleciendo así la regeneración de la capa epidérmica. Forman parte de la barrera cutánea y actúan como cemento intercelular. Staubach, jefe de dermatología de la clínica dermatológica de la Universidad de Mainz, valora especialmente sus propiedades filmógenas. «Solo una película hidrófoba bien extendida sobre la superficie de la piel puede limitar la pérdida de agua transepidérmica».

Las ceramidas, que representan hasta casi el 60% de la piel, constituyen el principal componente de los lípidos intercelulares del estrato córneo. Junto con otros lípidos, como el colesterol y los ácidos grasos, forman una capa lamelar. Dado que el agua se encuentra ligada entre las estructuras lamelares de los lípidos intercelulares, las ceramidas desempeñan un papel crucial en la regulación de la hidratación de la piel, manteniéndola suave y flexible.

Las ceramidas naturales o casi idénticas a las de la piel (como las que se encuentran en Curél®, Aveeno®, Exomega Control by A-Derma, Dermasence® Vitop forte y Xeracalm® AD Replenishing Balm) se pueden aplicar directamente sobre la piel en forma de crema, spray o loción. La fitoesfingosina y los esfingolípidos son precursores de las ceramidas que se incorporan a los cosméticos y ayudan a la epidermis a producir más ceramidas.